
Las semillas son el grano contenido en el interior del fruto de una planta y que, puesto en las condiciones adecuadas, germina y da origen a una nueva planta de la misma especie. Es decir, estamos hablando de una vida en potencia.
Con este concepto incluimos no solo a las llamadas semillas como el sésamo, girasol, lino, etc. sino también a los granos como las lentejas, garbanzo, poroto y los frutos secos, como las nueces, almendras y otros.

La naturaleza, a modo de protección, recubre a las semillas de un anti nutriente e inhibidores enzimáticos. Es por esto que si no se las activa pueden generar malestar, pesadez o gases.
La activación permite despertar a las enzimas de las semillas, potenciando sus nutrientes y desactivando a los anti nutrientes.
El mismo consiste en dejar las semillas en remojo, el tiempo necesario por cada una de ella.

Proceso:
- Lavarlas en un colador
- Cubrir las semillas con suficiente agua filtrada, el doble de su parte de agua.
- Dejar en remojo. El tiempo varía desde 2 a 24 horas.
- Escurrir y enjuagar con agua nueva
- Desechar el agua de remojo
Luego las semillas están listas para germinar, comerlas, realizar preparaciones o deshidratarlas.